Como en las mejores épocas de la dictadura, se reeditan las practicas de la policía secreta.
Esta vez un auto blanco frena ruidosamente en la calle, descolocando la rutina y ruidosa normalidad de la urbe, se bajan sujetos de civil armados y secuestran a un joven ante la mirada atónita de los transeúntes. Golpes, gritos, puñetazos Sigue leyendo